Encuentros con el silencio es un caleidoscopio de experiencias en las que el silencio, refiriéndose a él no como ausencia de ruido sino como cualidad del Ser que puede cultivarse y entrenarse, es el hilo conductor y el impulso para alcanzar la paz interior, el conocimiento de uno mismo y del universo, y la belleza divina de la naturaleza. Su obra permite al lector empatizar con el mundo interior ajeno, y con el autocontrol emocional y la mirada cómplice, cariñosa y compasiva del autor.
A través de 26 capítulos, Julio Zarco prodiga la capacidad de hacer silencio y describe escenarios y fenómenos efímeros, pasajeros y cambiantes, en los que adopta una actitud contemplativa para escuchar lo que no se oye y observar sin mirar. “Durante esta visión panorámica, damos más importancia a lo intuitivo que a lo sensorial, más protagonismo al Ser que al sentido; y, por supuesto, más relevancia al corazón que al ojo”, explica el autor.
“Escuchar al corazón puede dar paso a un particular tipo de inteligencia que podría ser el motor de todo proceso de humanización si esta fuera escudriñada con verdadera pasión por el hombre, sin miedo a leer en él el compromiso por denunciar las injusticias y los signos de deshumanización e insolidaridad, sin miedo a empeñarse por defender con la intensidad propia con la que suele hablar el corazón, cuando fomente el respeto a la dignidad de toda persona”, indica José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la salud, en el prólogo de Encuentros con el silencio.
El autor, eterno reivindicador de la empatía y la compasión como principales herramientas de trabajo del profesional sanitario, posa discretamente matices de humanización sobre cada uno de sus textos aludiendo a ella a través de la escucha activa y del silencio. Menos discreto es su prologuista quien, asegura: “Nuestro mundo necesita, para humanizarse, entrenarse en el arte de escuchar, que empieza por aprender a hacer silencio”. Y define a Julio Zarco como “buscador de la belleza divina en la naturaleza, la encuentra mediante un ejercicio de admiración ante lo que no hacer ruido. […] Julio Zarco ha puesto palabras al silencio vivido, al silencio contemplativo cultivado ante la naturaleza, ante lo pequeño que se hacer grande a los ojos del corazón. Julio Zarco ha hecho un precioso ejercicio de escucha al corazón”.
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