Recuerdo a los primeros cardiólogos hemodinamistas que vi en los quirófanos del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Sus habilidades prácticamente estaban centradas en la instauración de los marcapasos y la realización de cateterismos diagnósticos, que posteriormente dieron paso a las primeras angioplastias.
Un amigo mío cardiólogo siempre repite una y otra vez que los cardiólogos clínicos son una especie en vía de extinción, pues todos los residentes se sienten profundamente atraídos por la “magia del corazón” y por la intervención directa sobre el órgano cordial; y esto en parte es cierto.
Durante la primera semana del mes de octubre se celebró en Madrid una Jornada Internacional del curso TEAM 2013 (Curso Internacional de Terapia Endovascular y Miocárdica) sobre cardiología invasiva, o como más sutilmente se menciona, cardiología hemodinamista. Desde mi punto de vista, son sorprendentes los grandes avances que se están produciendo en este sentido, incluso para alguien tan extremadamente clínico, como yo. Me han sorprendido dos noticias de gran calado práctico. Una de ellas, es la utilización de una vía alternativa para realizar la denervación renal en la hipertensión resistente. En esta nueva vía, que es la radial, conseguimos que el paciente pueda marcharse a casa, sin necesidad de ingreso hospitalario, con lo que supone de minimizar las molestias al paciente y el ahorro de costes que esto supone.
Por otro lado, otra de las novedosas noticias que se desprenden de este interesante encuentro, es la innovación en la colocación de stents endoarteriales. Los primeros stent han sido metálicos y en los últimos años se han añadido medicamentos para evitar la proliferación vascular y generar una vasodilatación más permanente. La última generación de stent son de material biodegradable, es decir que una vez insertados, al cabo de 2 años desaparecen de la luz arterial y dejan permeable la misma, sin ningún residuo que pueda fomentar fenómenos tromboembólicos. Esta última generación, que en este momento supone un 10% de los stents instaurados, tiene su aplicación en pacientes jóvenes y con una gran afectación anatómica, pero abren un campo de estudio fascinante, en el manejo y tratamiento de la enfermedad coronaria.
Visto así, no deja de ser como tocar el corazón, pasándolo de puntillas. Continuará el avance tecnológico, pero sin duda, seguirán siendo necesarios los cardiólogos clínicos.