Hace una semana hemos asistido a una noticia publicada en un diario español, que recoge la preocupación de las autoridades sanitarias francesas sobre el uso, o mejor dicho, el abuso de los teléfonos móviles en la salud de los ciudadanos. El informe, elaborado por la Agencia Nacional Sanitaria de Francia, no es concluyente y lo mismo afirma que no existe evidencia de facilitar patologías específicas, como tampoco afirma lo contrario.
En el tema de la telefonía móvil se ha escrito mucha tinta, pero ninguna con fundamento y evidencia científica. Este interés fue espoloneado por la OMS, que elaboró un informe en el año 2011, donde viene a decir, con claridad meridiana, que no se ha demostrado que las ondas electromagnéticas derivadas de la telefonía móvil sean carcinógenas…,al igual que tampoco se puede afirmar que no lo sean. Total, que estamos en el mismo punto.
Pese a que no parece existir evidencia, las autoridades galas recomiendan separar los dispositivos móviles del pabellón auricular, al igual que reducir el número y duración de las llamadas. Esta aptitud ha producido cierta preocupación en los grupos de consumidores, al igual que en los sectores naturistas y anti-tecnología, que ven en estas trazas de “recomendación sanitaria”, un aviso a navegantes sobre los posibles efectos perniciosos del uso de la telefonía móvil. Incluso se recomienda que se evite el uso y abuso en los menores.
Creo sinceramente que hay que atemperar actitudes y buscar el punto de equilibrio. Los abusos son malos en cualquier sentido. En los últimos tiempos se especula con que el efecto que tienen las ondas electromagnéticas en el cerebro, es de interferencia en los procesos cognitivos, en el sueño e incluso condicionando la fertilidad masculina.
Debemos estudiar con rigor y minuciosidad el uso de los móviles y llamar a la cordura y al sentido común, pues no hay nada peor que especular y elucubrar en ciencia.