El enfermo mental: ese gran desconocido social

La Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, con el patrocinio de la Fundación Astra-Zeneca y la colaboración de un grupo amplio de asociaciones de pacientes y usuarios, ha llevado a cabo un estudio sobre la opinión general de los ciudadanos con respecto a las enfermedades mentales. La encuesta se realizó dentro de la IV campaña de concienciación social sobre la enfermedad mental grave (2009-2010).

La muestra total del estudio fue de 5.473 encuestas, el 55,8% procedentes de Sevilla y el 44,2% de Madrid, de los que un 66,2% eran mujeres, frente a un 33,8% de hombres, con una edad media de los entrevistados de 35 años (dt=14,5), siendo la menor edad registrada la de 12 años y la mayor de 99 años. Algunos de los resultados a destacar son:

  • El 82% de los encuestados dice conocer la esquizofrenia y el trastorno bipolar y el 18% no conocerla
  • El 49% de los encuestados está algo en desacuerdo con la afirmación de que estas patologías sean fáciles de diagnosticar por el médico que, sumado al 10% que está muy en desacuerdo, contabilizan un en 58% que está en desacuerdo. El 42% opina que la esquizofrenia y el trastorno bipolar son fáciles de diagnosticar por parte del médico.
  • De la lista de dificultades por la que estas enfermedades son difíciles de diagnosticar, la mayoría de los encuestados (69%) opina que el motivo es que existe un desconocimiento de la esquizofrenia y el trastorno bipolar por parte del propio paciente y de sus familiares. Adicionalmente, el 46% de los encuestados opina que el motivo es que existe un rechazo social que hace que el paciente no acuda al médico. Una cuarta parte (26%) piensa que los síntomas son poco claros, un 16% que no existen herramientas para que el médico identifique correctamente estas enfermedades y un 15% que la dificultad diagnóstica estriba en la propia dificultad para acceder al sistema sanitario.

Las enfermedades mentales, han tenido a lo largo  de la historia un gran impacto en el tejido social, por múltiples motivos. Desde la antigüedad y el predominio del pensamientomágico sobre el fenómeno del enfermar, las enfermedades mentales eran vividas como una enajenación relacionada con las posesiones diabólicas y la intervención de los dioses en los asuntos humanos; y hasta que, casi en los albores de la modernidad, la intervención de Pinel y la corriente de des-hospitalización de los enfermos mentales llevó a la modernización de los “manicomios”, la lucha por reivindicar la integración de la patología mental por parte de la sociedad, ha sido ardua.

La eclosión del psicoanálisis en pleno siglo XX fue determinante para que la sociedad asumiera una cierta normalización del trastorno mental, aunque esta normalización fue llevada sólo al campo de la neurosis. Las grandes patologías mentales como la esquizofrenia aún eran vistas como alteraciones que exigían la reclusión del enfermo en un establecimiento hospitalario. En los años 60 del siglo XX, se llevó a cabo un intento, que llega hasta nuestros días, de integrar al paciente con grandes trastornos en la sociedad y hacerlo a través de su externalización y de la creación de hospitales de día, terapia grupal y reinserción laboral. Esta corriente surgió del pensamiento singular de algunos psiquiatras que se reconocían con el nombre de anti-psiquiatras, como el británico Laing. Esta fue una corriente de pensamiento que, amparada en el psicoanálisis, el marxismo y el pensamiento existencialista, produjo en la edad contemporánea la reflexión de que era bueno que el paciente mental estuviera en la sociedad y no separado de ella, de ahí surgió la psiquiatría comunitaria y los centros de salud mental, contando en España con grandes defensores, como el Dr Francisco Torres, que llevó en nuestro país, este cambio de paradigma.

No analizaré en estas páginas el resultado y proceso de externalización hospitalaria, sus problemas, sus debilidades y sus fortalezas, porque quiero que mi reflexión vaya encaminada a la percepción que la sociedad tiene sobre el enfermo mental. La encuesta realizada por la UAM acerca del conocimiento y percepción sobre estos problemas avanza lo que ya sospechábamos, que es que aun la enfermedad mental está estigmatizada y es poco conocida por los ciudadanos y por ello es compleja la relación y la vivencia de la sociedad con este tipo de trastornos. Pese a que el 82% dice conocer lo que es la esquizofrenia, al 46% le produce cierto “rechazo”. Y es que tantos siglos e incluso milenios, creyendo que el enfermo mental es un individuo “mágico”, imprevisible, que nos pone en situaciones difíciles y comprometidas, ha calado en el inconsciente colectivo y a los ciudadanos les produce cierta desazón y ansiedad. Lo desconocido asusta por definición. Es mucha la labor que aún queda por hacer en este sentido y aquí las asociaciones de pacientes y familiares tienen un importante reto: hacer que los pacientes con trastornos mentales sean vividos como un paciente crónico más y conseguir su reinserción social.

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