Cuando ayudar es más fácil que ser ayudado

Tal y como vive el hombre así muere. La muerte sólo es el acto apoteósico de una existencia plagada de momentos estelares.

En el capítulo “El camino de los héroes”, que figura en mi libro “La sombra del dolor” ya he hablado de la vivencia de la pérdida y muerte de Israel, aquel pequeño de 14 años que falleció de un carcinoma de Ewing y de cómo a todos nos enseñó cómo vivir la vida plena, en el aquí y el ahora, la entrega, la valentía y, cómo no, la fe y la confianza. Esta experiencia la tengo grabada en mis huesos de manera indeleble.

Ahora he vuelto a reencontrar un texto vivencial de características similares, titulado: “Sendino se muere», que narra, a modo de diario, el fallecimiento por un cáncer de mama, de una médico, llamada África Sendino. Lo que hace peculiar el texto es que está escrito a la limón por la paciente, mientras ella se valía por sí misma y estaba consciente, ayudada y apoyada por el capellán de su hospital, el padre Pablo d´Ors, gran erudito, nieto del gran filósofo Eugenio d´Ors.

Es posible que a Pablo no le guste que haga esta mención biográfica, porque Pablo es un acompañador de almas y de almas que, como la de Sandino, están a punto de abandonar nuestro mundo. Es un hombre sabio en su juventud y nos muestra un testimonio real y desgarrador de una mujer excepcional que, agarrada a su fe católica, quiere dejar a los demás su experiencia, su vivencia y su amor a la vida….y por ello a la muerte.

Este libro sencillo debería de ser de uso obligatorio en los estudios de las ciencias biomédicas. Se trata de una antropología de la muerte y un canto de esperanza a ese momento de transición. Independientemente de las creencias del lector, el libro aporta detalles, pequeños y sencillos asuntos, que todo médico y enfermera deberíamos tener presentes.

No conozco a Pablo, se que después de una gran formación teológica y filosófica en Europa, tomó la decisión de ser capellán de un hospital madrileño, pero dado que somos de la misma quinta y de la misma ciudad y nos une el cuidado de los espíritus moribundos, me encantaría que el destino nos uniera en alguna ocasión. Mientras tanto, les dejo con este exquisito, bello y delicado texto, de una vida bellamente vivida.

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