En nuestros días es habitual que el sector sanitario debata sobre el concepto de humanización. La humanización está de moda, hay congresos y jornadas médicas donde se celebran debates y mesas redondas sobre la humanización. Varias comunidades autónomas han creado planes estratégicos sobre la humanización de la asistencia sanitaria, incluso la estructura administrativa y política de estas comunidades han creado direcciones generales dedicadas a la humanización de la asistencia sanitaria. Yo mismo durante dos años he ocupado una de ellas, he creado una subdirección de humanización y presentamos un plan estratégico ambicioso y no carente de críticas por el propio sector.
Las críticas siempre se han centrado en que se hace demasiado énfasis en los pacientes y poco o nada en los profesionales, en que parece una redundancia que se trate de humanizar la asistencia sanitaria, que por definición es meramente humana y en que esta “humanización” se basa en poner el acento en la empatía, la dignificación del ser humano y acondionar los espacios sanitarios a una decoración amable y cercana. Quizás esta confusión que tenemos sobre el concepto “humanización”, se deba a que no hemos sabido explicar y explicitar de qué estamos hablando, o quizás porque el sector ha percibido como un elemento novedoso este término y lo ha elevado a la categoría de axioma de moda. Nada más lejos de ello, pues estamos hablando de un concepto tan antiguo como el propio ejercicio médico.
“Humanización de la asistencia sanitaria” es aplicar en el ejercicio y cuidado de los
pacientes los principios del humanismo médico, que como Pedro Laín Entralgo hacia-el-verdadero-humanismo-medico definía, es la actitud y aptitud del profesional de armonizar la ciencia con las humanidades médicas. Para Laín el médico bueno y buen médico, parafraseando a Albert Jovell, es aquel que se acerca al enfermo desde una perspectiva integral de lo científico y lo humano. El médico no solo debe de ser científico y versado en la ciencia médica, sino que debe de tener conocimiento de las humanidades que engloban disciplinas como la ética médica, la antropología, la filosofía, la sociología, comunicación, psicopatología, historia de la medicina e incluso la estética, como disciplina filosófica.
Siguiendo esta definición podríamos decir que humanización seria la aplicación práctica de una visión del enfermo, unos cuidados e incluso un sistema sanitario, que contemple una visión ecológica del ser humano doliente, desde este amplio abanico de disciplinas. Por ello el concepto lainiano de “humanismo médico”, lo deberíamos traducir en “humanismo sociosanitario”, pues implicaría a todos los profesionales sanitarios, sociales y cuantos contacten con el enfermo y las estructuras sanitarias y sociales donde desempeñan su encomiable trabajo.
Según lo comentado nos queda un largo recorrido por hacer, comenzando por el grado de las disciplinas de ciencias de la salud y trabajo social, hasta la formación de nuestros residentes y nuestros profesionales sociosanitarios. Recuperemos el verdadero espíritu humanista y centremos nuestro esfuerzo en el verdadero camino.