Es bien conocido que las últimas semanas los informativos centran sus intereses y objetivos en la epidemia de #Ebola que está asolando África y que sólo cuando el mundo occidental se ha visto amenazado, ha comenzado a movilizar recursos, intereses y políticas sanitarias. He tenido la desgracia de vivir de muy cerca la repatriación de los dos misioneros españoles fallecidos por la enfermedad y la infección de Teresa, una profesional sanitaria de un gran hospital madrileño. Mi interés crucial es que Teresa se recupere. #TodosConTeresa, no solo como ser humano, sino como una profesional cualificada, que ha arriesgado su salud por la atención a un paciente afectado. No hay nada más heroico y generoso que su aptitud.
En mi calidad de Director General de Atención al Paciente, una de mis múltiples competencias es la información a los ciudadanos sobre prevención, promoción y educación para la salud. Por eso y por sentirme médico ante y sobretodo, cuando el día 7 de octubre, me entero de que Teresa está ingresada en el Hospital de Alcorcón, informo personalmente a Javier, su marido, de la triste noticia. En esta acción pesó fundamentalmente mi condición humana y profesional, y no el cargo público que ocupo. Como médico de familia he tenido la desgracia de dar muchas malas noticias, muchos padres, hijos y esposas fallecidos. He de decir que Javier afrontó el hecho con entereza y valentía, lo cual siempre ayuda al profesional en estas situaciones.
Cuando las autoridades sanitarias, en base a los informes periciales que habían solicitado a las autoridades veterinarias, tomaron la decisión de realizar la eutanasia a la mascota que Teresa y Javier tenían desde hacía 15 años, su perro #Excalibur”, fui yo quien me ofrecí en ser el conductor de la funesta decisión y lo hice por varios motivos: El primero, porque había sido el mensajero de la triste noticia de la situación de Teresa, motivo por el que Javier me identificaba ya que habíamos mantenido un contacto previo; el segundo porque era conocedor de que la dramática situación (no tener hijos, estar Teresa grave y Javier ingresado en el hospital como contacto de alto riesgo), no era una situación nada fácil; y la tercera, porque consideré que la autorización de Javier para entrar en su domicilio, podría evitar retrasos en la desinfección y procedimientos posteriores, aunque era también mi obligación informar de que con intervención judicial se llevarían a cabo las actuaciones que las autoridades sanitarias habían estimado necesarias.
En ningún momento tomé, ni participé en la decisión con respecto a la idoneidad, pertinencia y forma de actuación con #Excalibur, pues no está entre las competencias de mi cargo, aunque mi compromiso personal y profesional, me decían que yo era la persona más adecuada para dar esta noticia. Recuerdo con gran tristeza y emoción, esa llamada de teléfono, al igual que la que le realicé a Javier cinco horas después para interesarme por su estado emocional. Siento enormemente y así se lo trasmití directamente, su dolor por Teresa y por #Excalibur. Y no doy por concluida mi etapa de comunicación para con ellos, ni para con los ciudadanos a través de las redes. No la he dejado en ningún momento, a pesar de que con el desconcierto del momento también se me acusó de ello. Sí es cierto que he estado menos activo en los últimos días, porque creo que antes de hablar, hay que reflexionar y pensar muy bien qué es lo que se tiene que decir.
Esta acción mía ha desencadenado una situación infernal de acoso y presión en redes sociales, lo que, más que rabia e impotencia, me produce tristeza. Siento mucho esta situación, siento y comparto el dolor de Javier y Teresa y soy tolerante y respetuoso, incluso con aquellas personas que, aún sin conocerme, me insultan y amenazan a mí y a mi familia, pero debo de confesar que mi único y absoluto ánimo fue ser el mensajero… de malas noticias sí, y… en una situación dramática, también.
Me siento y considero un buen médico; pero sobre todo, un médico bueno. Soy feliz compartiendo mis sentimientos con las personas……y también los animales. He tenido muchas mascotas, incluido un magnífico perro. Mi disposición para con Teresa, Javier y su familia es y seguirá siendo total, por lo que, si otra vez se repitiera esta situación, volvería a hacer lo mismo. La autenticidad de las personas se mide en sus valores eternos e inamovibles, sobre todo en situaciones de crisis, cambiantes y turbulentas.
Insisto en mi mensaje y principal foco de interés en este momento #TodosSomosTeresa, mis mejores deseos para ella, Javier, su familia, así como para todas las personas que están en situación de vigilancia, así como todo el personal sanitario dedicado a su recuperación. Por supuesto también estoy a la total y entera disposición de todos ellos.