El mar tiene un gran poder hipnótico. PodrÃa pasarme horas enteras mirando su superficie cambiante, su nÃtido horizonte y escuchando sus eternas olas. Además de relajar, te lleva a imaginar la inmensidad de sus fosas, su bulliciosa vida, sus bosques, sus cordilleras…..Uno de mis libros favoritos desde mi infancia es Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne, quizás porque, por primera vez, tomé conciencia de que existÃa un mundo paralelo al nuestro que se rige por otras reglas y que está oculto a nuestros ojos y a nuestra curiosidad.
Toda la riqueza marina, tanto de su fauna como de su flora, nos abre un mundo de posibilidades y raro es el dÃa que no aparece un artÃculo cientÃfico que descubre una nueva especie marina, una planta acuática que posee propiedades saludables o un ecosistema nuevo, peculiar por alguna cuestión. Igual que el ecosistema selvático es una farmacia aun por explorar, el mar es la botica de las farmacias, pues posee innumerables posibilidades de sustancias aún sin investigar, para combatir los males de la especie que se empeña en destruir los ecosistemas marinos: el hombre.
Aún recuerdo mi sorpresa al descubrir que el ser vivo que más cantidad de hierro posee, no estaba sobre la faz de la tierra, sino bajo las aguas y era una pequeña y diminuta alga que crece en nuestro mar Mediterráneo, la espirulina. Desde entonces, a mis pacientes con anemia ferropénica por déficit de hierro les aconsejo e indico suplementos de este alga, lo cual me complementa perfectamente la ingesta de sulfato ferroso, incluso teniendo que disminuir la cantidad de hierro que toma mediante el medicamento. Ya lo decÃa EurÃpides, el famoso dramaturgo griego, coetáneo de Sócrates: «El mar es capaz de curar todos los males del hombre».
Por ello, a principios de siglo, un investigador francés pensó que el agua de mar, suficientemente tratada, podÃa ser ingerida y aportaba salud al individuo. A lo largo de casi  cien años se ha ido perfeccionando un método de recogida de agua marina, de desinfección de la misma y de tratamiento especÃfico, denominado microfiltrado en frÃo, que ha llevado a la tecnologÃa moderna a envasar agua marina para ser bebida. Con este método, desde la Universidad de Taiwán se están llevando a cabo interesantes experimentos para comprobar que el consumo de este agua especial de mar, rica en iones, bicarbonato, hierro, magnesio…, equilibra nuestro medio intercelular y genera las condiciones adecuadas para que se lleven a cabo las reacciones bioquÃmicas de nuestro organismo. En este momento se están realizando estudios para comprobar que podrÃa reducir las placas de ateroma de las arterias y ejercer un efecto vasodilatador sobre ellas, e incluso un efecto hipocolesterimiante.
Tendremos que esperar un poco para ver resultados, pero el horizonte es esperanzador. No puedo resistirme a pensar en nuestra ontogenia como especie y nuestro origen marino. Por ello me resulta curioso que la composición de nuestro plasma, de nuestras lágrimas y del lÃquido amniótico, que nos alberga cuando aun somos fetos, tenga una composición muy similar al agua marina.
¿Ayudará este hecho a que la codicia del hombre no destruya los mares, antes de que descubramos sus riquezas para salvar a la especie que los esta destruyendo?.