Nuevamente ha saltado a los teletipos de noticias la tan ansiada unificación de las tres sociedades de atención primaria, para la vertebración y consolidación del primer nivel asistencial. Las noticias parecen indicar que el proceso de homologación del título de médico de familia por la vía extraordinaria del RD/1753/98 podría ser la excusa para poder comenzar a entablar una hoja de ruta que confluya en una única sociedad.
Como ya “soy pierro viejo en esta finca” y durante muchos años he dirigido los destinos de una de esas sociedades, aunque como bien reza el refranero “nadie es profeta en su tierra”, puedo decir que conozco bien las filias y fobias de todos los compañeros que participan en este proceso, es más, durante mi mandato, tuvimos muchos intentos sinceros de convergencia, que siempre fueron desbaratados por las fuerzas radicales que están ocultas en las tres sociedades científicas (SSCC), algunas de las cuales hoy lideran más de una, y por la puesta en evidencia de los intereses reales que llevan a este objetivo a algunas de estas organizaciones.
Las pulsiones que se proyectan dentro de las tres sociedades son muy variadas, y hay de todo, como en botica, pero podríamos resumirlas en tres grupos:
–Pulsión de poder y hegemonía: la SSCC que cree ser la líder del grupo en base a su fuerza de afiliación y a su organización federada, que infiltra de manera importante las estructuras de la Administración Sanitaria Autonómica y Nacional y que se considera el “oráculo de Delfos” de la medicina de familia, está dispuesta en esencia a la fusión, esta vez parece que sí. Son conocedores de su poder ¿considerarán que es el mejor momento de una “opa hostil” en AP, dados los tiempos de crisis y el poder que otras están alcanzando en los últimos años?.
–Pulsión de sentimiento de culpa e inferioridad: la SSCC de atención primaria más antigua ha experimentado un cambio de dirección. Con el regreso de “viejas glorias” a sus puestos directivos, estos nuevos-viejos miembros, responsables de haber llevado a los médicos generalistas a un proceso de homologación sin sentido, tortuoso, caro y que supuso durante muchos años una auténtica criba de profesionales, conllevan un complejo de inferioridad, que viene afirmado por el hecho de que dicho título no sirve, en la mayoría de los baremos, ni la mitad del de que ha superado un MIR, ya sea éste de 3 o luego de 4 años, lo que parece ser «inhabilita» para obtener muchos de sus conocimientos, aún cuando muchos de ellos fueron tutores de los primeros residentes de familia.
–Pulsión de supervivencia: la SSCC menos potente (al menos en apariencia), tanto económicamente, como en estructura y actividades, se negó desde el principio al proceso de homologación, por entender que era un proceso sin sentido. Son pocos y ejercen de bisagra entre las otras dos, asociándose estratégicamente con unos y otros según conveniencias. Su poder deriva de la importante infiltración en el sector colegial profesional, donde sus máximos dirigentes, controlan la capacidad de decidir sobre las competencias de los médicos colegiados .
Y si a todo ello añadimos la situación actual de crisis económica, se entiende aún más que se fije como el momento histórico de la unión, la realización de la última ECOE para el proceso de homologación del título de MFyC. Se prevee que más de 3500 aspirantes se darán cita esta vez, con una gran diferencia con respecto a las anteriores: el Ministerio de Sanidad y Política Social ha manifestado públicamente que en esta ocasión no tiene dinero para pagar una empresa de licitación. Esta vez no habrá pugnas para que, finalmente siempre sea la misma sociedad la depositaria del presupuesto para llevar a cabo la prueba, pese a que en la planificación, elaboración y desarrollo de la prueba, otra sociedad ha colaborado de forma altruista, por estar verdaderamente interesada en la homologación de los profesionales, sin que tuviera en ello interes económico alguno, como se puede demostrar en los libros de cuentas. Ahora más que nunca los intereses deben ser comunes a las tres sociedades, ya que todas ellas deberán trabajar y demostrar su generosidad, como otras lo han hecho con anterioridad.
Con este análisis, podemos pensar que los motivos para la esperanza son escasos, sobre todo si añadimos que dos de estas SSCC tienen constituidas empresas mercantiles “SL”, que son las que facturan los beneficios de las mismas, de sus congresos, sus jornadas, ediciones… Tan sólo una de ellas es única y exclusivamente una asociación sin ánimo de lucro con registro en el Ministerio del Interior, y como tal figura (figuraba al menos hasta hace un año y medio). Además dos de ellas son estatales y una está férreamente federada.
Seguiremos sin embargo a la “espera esperanzadora”, pues pese a que, como algún medio de comunicación a través de una encuesta ha señalado, cerca de la mitad de los profesionales piensan que fracasará el intento, aún somos muchos los que confiamos que ese momento debe llegar, como así queda reflejado en vuestros comentarios en otra entrada de este blog.
¿Por qué no se trabaja en los puntos de distanciamiento en vez de gritar la unión a los cuatro vientos?, ¿por qué no se aprovecha el momento histórico del RD/1753/98 para mostrar que realmente se pretende una homologación de la tres SSCC y se equiparan los baremos?.
La vía para alcanzar el objetivo está clara: todas las partes deben ceder, sin protagonismos y sin intereses particulares ni colectivos, con una hoja de ruta claramente establecida, y donde lo último que importe es contarlo. ¡De nuevo empezamos la «casa por el tejado»!