En los últimos tiempos los patrones de consumo de bebidas por parte de los jóvenes, han cambiado de manera importante. No hace falta nada más que observar en un supermercado cómo los adolescentes se lanzan a los estantes donde se exponen las llamadas bebidas energéticas estimulantes. No hace demasiado, en una fiesta donde había muchos jóvenes, me percaté igualmente de que eran muchos los que pedían como consumición una de estas bebidas para consumirla tanto solas, como combinadas con alcohol.
Mi curiosidad me llevó a realizar una pequeña búsqueda bibliográfica sobre el tema en cuestión, y me llevé la sorpresa de que eran muchos los artículos que trataban sobre el uso y abuso de las bebidas energéticas en la población joven y adolescente. La tónica común de la mayor parte de la literatura científica señala que estamos ante un posible problema de Salud Pública, pues se está disparando de manera alarmante el consumo de estas bebidas, en combinación con bebidas alcohólicas, con la finalidad de incrementar determinados efectos del alcohol. A este respecto, me ha llamado la atención un estudio realizado en Costa Rica, sobre la población de estudiantes de 2º de medicina, que a continuación os adjunto. En dicho estudio se pone de manifiesto que algo más del 30% de estos estudiantes consume bebidas energéticas, con el objetivo de disminuir su sensación de fatiga, aumentar la concentración y disminuir la sensación de sueño. También en este estudio se pone de manifiesto, cómo esta pauta de consumo se desliza hacia el consumo abusivo y combinado con bebidas alcohólicas de alta graduación, para intentar de aumentar los efectos euforizantes y la desinhibición asociados al consumo de alcohol.
Las cifras son preocupantes, pues desde que en el año 1987, en Austria se comercializara la primera bebida energética “Red Bull”, hasta la actualidad, nos encontramos con agresivas campañas de marketing, que asocian las bebidas energéticas a euforia, alto rendimiento, la práctica de deportes de riesgo, e incluso una mayor sensación de libertad, llevando a que en la actualidad se muevan 8 billones de dólares en el consumo de estas bebidas. Hace escasamente 6 meses, varios jóvenes fallecieron por el consumo de una de estas bebidas energéticas, aunque hablando con propiedad, deberíamos matizar que lo que llevó a estos jóvenes a una muerte prematura fue el consumo inadecuado y en combinación con otras sustancias. La legislación reguladora sobre la composición de estas bebidas es muy rigurosa, sobre todo en los porcentajes de sus distintos componentes, como la cafeína, la taurina, vitaminas, etc.
De todos es conocido el dicho de que “no hay venenos, todo es cuestión de la dosis”. Creo que en el caso que nos ocupa hoy, queda mucho por hacer y por estudiar, facilitando información a los consumidores, a los educadores e incluso a los sanitarios, pero sobre todo campañas dirigidas al consumo de adolescentes y jóvenes, por eso creo que estas bebidas deben “darnos alas”, pero también el paracaídas necesario para amortiguar la caída.
Referencia del artículo: Gloriana Arguedas, Michelle Garnier, W. Willy Hong, Miranda Ch. Zaray, Gabriela Rodríguez. Aspectos médico-legales de los patrones de consumo de bebidas energéticas por parte de los estudiantes de medicina de segundo año de la Universidad de Costa. Med. leg. Costa Rica vol.29 no.1 Heredia mar. 2012 Accede al artículo completo