Una buena forma de escapar, en estos días duros con consultas espesas, tras el merecido descanso estival.
Es una tónica general en mi vida que cuando me siento cansado, agotado y exhausto mentalmente, “reseteo” mi cerebro, con alguna lectura amena, divertida, ligera. Cuando era niño, hace ya muchos años de ello, fue una práctica que aprendí de manera espontánea. En aquellos años llenaba mi tiempo entre exámenes con las lecturas de las aventuras de Mortadelo y Filemón, o bien disfrutando de las aventuras de los héroes de Marvel, ahora puestos de moda por sus versiones cinematográficas. Mis héroes preferidos eran Spiderman y Namor “príncipe de los mares”. Esas lecturas me relajaban y tenía la sensación de que ”me abrían hueco en el cerebro”, para poder seguir metiendo ideas, conceptos, definiciones.
Sigo teniendo esta costumbre infantil, pero ahora mis intereses, se centran en otro tipo de literatura, fundamentalmente relato fantástico, novela negra y mucha ciencia ficción. Por eso, en estos días he leído una novela del inefable detective Sherlock Holmes, personaje mítico que ha crecido junto a nuestros sueños, creado por el británico Arthur Conan Doyle. La novela en cuestión es “El sabueso de los Baskerville”, un relato de intriga, de tensión y sobretodo muy atípico de Doyle. Este relato narra las extrañas y misteriosas muertes de una saga familiar, los Baskerville, en las garras de un monstruoso sabueso negro, que aparece en los páramos Británicos. Como comentaba, existen varias cuestiones atípicas, en los relatos de Holmes. La primera de ellas es que Doyle, cansado de la excesiva fama de su personaje, elevado a la categoría de mito y después de haberlo tratado de “liquidar” literariamente, en algunas de su novelas, deja su protagonismo al Dr. Watson, el eterno secundón de la saga literaria, de tal suerte que Holmes ejerce un rol de tutor o mentor de su sagaz ayudante, siendo éste el protagonista. La otra cuestión extraordinaria que presenta este relato es que es la única novela de Doyle donde se respira cierta atmósfera sobrenatural y terrorífica. Este relato transgrede las normas del suspense y la intriga y recala en el relato fantástico, más del estilo de Poe. La descripción del terrorífico sabueso y mucho más, de la atmósfera y clima que precede su aparición, son de una maestría sin igual.
Recomiendo la lectura de este relato, pues se puede disfrutar, no sólo de la historia, sino del estilo consumado de su autor. Es curioso observar cómo algunos médicos escritores han sido sagaces narradores, quizás por la finura de sus percepciones y sin lugar a dudas por su conocimiento del ser humano. Doyle como médico, nos disecciona personajes, situaciones y caracteres con la habilidad de un clínico, narrando su historia clínica. Otros ejemplos a destacar, Chejov, Baroja, o incluso recientemente Lobo Antunes, que fueron buenos médicos y mejores narradores.
Te dejo con parte de la historia, si quieres adquirir el libro pincha en la portada o aquí.