En estos días se está exponiendo una interesante colección pictórica del artista americano Edward Hopper en el museo Thyssen y esto siempre es una buena ocasión para acercarnos al alma de este increíble artista, que como nadie en la época contemporánea, supo reflejar la vida cotidiana de los americanos del siglo XX.
Además esta retrospectiva hace un guiño al mundo del cine y a la estrecha relación entre el artista y el mundo del celuloide, pues no sólo muchos grandes cineastas se han inspirado en la producción artística de Hopper, sino que muchos de ellos, como Alfred Hitchcock basaron su estética en los planos y ambientes de Hopper. Por ejemplo, la que fuera famosa casa de Norman Bates en “Psicosis”, es un lienzo de nuestro artista, denominada “Casa al lado de la via”; o el film “La ventana indiscreta” esta inspirado en las numerosas pinturas del artista. Y es que el mundo visto a través de una ventana, sitúa al observador en una posición interesante, donde somos participes de una acción, pero al mismo tiempo, nos convertimos en observadores fortuitos que espiamos las interioridades de los otros. La perspectiva de observador “indiscreto”, nos genera un sentimiento de morbo, acompañado de curiosidad de intruso antropólogo.
Compruébalo tú mismo en este vídeo sobre su obra, pero conecta el altavoz:
Por ello, y aunque la producción pictórica de Hopper es increíblemente vasta y sus óleos y grabados son magníficos, me gustaría poner la atención a un lienzo, no extremadamente conocido del pintor, pero que estimo puede resumir la filosofía conceptual del artista; es decir, nos acerca a su mirada, a la forma en la que Hopper mira, contempla y observa la realidad que le rodea. El lienzo fue pintado en 1932, se titula “La habitación de Nueva York” y la escena que refleja es una sencilla y doméstica imagen
cotidiana, donde a través de una ventana abierta a la noche de Nueva York, contemplamos a una pareja, que aparentemente no tiene nada de peculiar. Él lee el periódico y ella teclea desganadamente el piano, aparentemente todo es anodino y sencillo. Pero observemos con más detalle la escena. Es un matrimonio, él expresa una gran tensión leyendo la prensa, literalmente se vuelca en el periódico que tiene entre manos, no está en este mundo, lee con atención algo que centra su interés, y hace caso omiso a su esposa. Su mujer, se siente abandonada, está acostumbrada a estar aburrida, teclea con desgana el piano y es poseedora de un secreto. De un momento a otro le dará una noticia a su esposo, solo está esperando el mejor momento. El cuerpo de la esposa está relajado, por lo que suponemos que la noticia no será negativa, es posible que sea una buena nueva, quizás un posible embarazo. El marido, lee con avidez una página de deportes o quizás sea el estado de la bolsa después del descalabro del año 1929. Es un matrimonio acomodado, tienen hasta un piano y la decoración denota cierto gusto y sofisticación, es decir se trata de un matrimonio burgués, de clase media alta, por lo que me inclino a pensar que nuestro ávido lector es un empedernido jugador de bolsa que contempla expectante los movimientos bursátiles, que condicionaran los movimientos suyos en la próxima mañana. Casi puedo palpar la situación: ella le confiesa su embarazo, él casi no la mira y no se percata de la situación, apenas le hace caso, ella se enfada y dando un portazo sale de la habitación para dar un paseo y sofocar su rabia contenida.
Este es Hopper, un artista capaz de crear escenas, capaz de crear ambientes, historias y capaz de estimular nuestra imaginación, dotando a sus personajes de un escenario, que casi siempre tiene una fuerza expresiva que nos arrastra a una imaginación desenfrenada, es más, este cuadro podría servir de comienzo para la base de un guión cinematográfico.
Y, tú ¿cómo te lo imaginas?, ¿podría ser ésta una continuación de la historia del cuadro?